El Patillas colecciona momentos en la ciudad de Burgos. Sus paredes recogen historia, cultura y chascarrillo y por eso lleva más de cincuenta años recibiendo visitas desde todos los rincones de España. El histórico tabernero que atiende y entretiene a quienes traspasan el umbral de su casa es la parte más importante del asunto: insustituible.
Peculiar el maestro, que de vez en cuando se deja llevar por el duende y te canta una copla que él mismo acompaña a la guitarra, peculiar el garito, que tiene tanto arte acumulado que no se ve ni de qué color es la pared.
Sobran las palabras, porque este bien de interés cultural hay que admirarlo en vivo y en directo para poder decir que se ha estado en Burgos. Recomendable ir con tiempo porque una vez dentro, nadie se quiere marchar. Aconsejable también acudir pronto porque el sitio no es muy grande y se llena. Quienes ya han estado saben lo que decimos.