De las profundidades de una cueva ha surgido uno de los paisajes más bellos de Soria, que es también uno de los que cuentan con mayor carga histórica de esta provincia castellana. Sobre ella se levantó la Ermita de San Saturio, con su estructura octogonal de marcada influencia templaria.
Su sobria fachada mira melancólica al río Duero, que le recuerda en cada reflejo todo el recorrido vivido mientras que ella se encuentra anclada a la roca. Impasible pero serena nos muestra su inmensa belleza tranquila desde la otra orilla.
Su interior, sin embargo, se desprende de esa apacible calma exterior y vibra con las pinturas y los retablos que desvelan su alma barroca y excesiva. Terminada a finales del siglo XVII, no se olvida de los santos ermitaños, a los que representa en sus paredes. Merece la pena asomarse a alguno de los balcones que se encuentran en ambas salas capitulares, para disfrutar del entorno natural que se divisa desde ellos.