En mitad de las planicies monocromáticas que definen a Castilla y León surge un edificio de silueta poliédrica que se desmarca del entorno, dejando atrás los conceptos más manidos de color y olvidándose del casco urbano en que se encuadra, el de León, donde aparece y brilla, compitiendo casi con las extraordinarias vidrieras de la catedral, que obnubilan al visitante con sus juegos de luces, y que sirvieron a sus creadores como fuente de inspiración .
De lo centenario a lo postmoderno en metros, en minutos. Los amantes del arte moderno y contemporáneo ya saben que estamos hablando del (irrepetible) MUSAC. Este museo que no descansa, llena de vida la ciudad dándole un ritmo más joven y cosmopolita, sin desmerecer para nada al Húmedo que debe seguir así por muchos lustros.
Cada año son muchos los que se acercan y algunos, sólo algunos, se conforman con el espectáculo que es contemplarlo sólo por fuera desde todos sus ángulos, dando un paseo por sus contornos geométricos. Lo que yo les recomiendo es que no se pierdan el interior, que tiene alma propia y ajena, una solemne y otra cambiante, como las exposiciones que alterna para acercar lo más nuevo del arte a quien quiera acercarse a visitarlo.