Hace tiempo que quiero contaros cosas sobre el fascinante yacimiento de Atapuerca, pero es tanta la información que circula por los medios sobre este Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (desde el año 2000), que no quiero esperar más aunque os tenga que contar las cosas por partes. Ya casi nos tienen tan acostumbrados a recibir información sobre “hallazgos importantes”, que le restamos importancia, y creo que debemos de ser conscientes que estos refugios prehistóricos “reescriben” los textos sobre los conocimientos que teníamos de los homínidos en Europa, nuestros antepasados más remotos.
Hace tan sólo unas fechas, la revista científica Nature, ha calificado los descubrimientos de Atapuerca como uno de los diez hitos más importantes para la ciencia en este 2015, en concreto por la posibilidad de conocer el genoma mitocondrial de un fémur fosilizado. Pero esta revista ya calificaba del mismo modo los hallazgos realizados durante el año 2002. Pero antes de entrar en los descubrimientos más destacados, me veo en la obligación de explicar un poco primero su situación geográfica, prometiendo en un futuro cercano, otros post de seguimiento de esta “máquina del tiempo” del homo sapiens, y que nos puede remontar al millón de años de antigüedad con especies anteriores a la nuestra.
Las cuevas y refugios donde se han encontrado los numerosos restos fósiles y gran número de objetos, están ubicados en la Sierra de Atapuerca, al norte del municipio de Ibeas de Juarros, comarca de Alfoz en la provincia de Burgos. Curiosamente por este Término Municipal transcurre el Camino de Santiago, declarado también como Patrimonio de la Humanidad, así que pocos lugares en el mundo pueden presumir por partida doble de poseer un legado cultural tan importante.
En pocos lugares del mundo o mejor dicho, en ningún sitio se pueden encontrar hasta cuatro especies distintas de homínidos, concentrados en la misma área y en un estado “aceptable” de conservación dada su antigüedad. Los primeros hallazgos datan de mediados del siglo XIX y gracias a la labor de conservación de los residentes de Ibeas de Juarros (que impedían robos y deterioros) y de los científicos como Arsuaga, que poco a poco os iré dando a conocer, podemos disfrutar de una amplia investigación científica en diversos formatos y de un Museo y Laboratorio que va creciendo en cantidad y calidad año tras año.
Toni Ferrando.