El Acueducto de Segovia es una obra impresionante en todos los sentidos. Es un gran conjunto de arcadas construido por los romanos hacia el año 50 para abastecer de agua la ciudad de Segovia, que por aquel entonces ya era una gran ciudad de la época, romanizada sobre un asentamiento celtíbero anterior.
La función del acueducto era conducir las aguas del manantial de la Fuenfría en uno de los pasos de la Sierra del Guadarrama, que separa Madrid de Segovia y hacía de frontera natural en el paso hacia el norte de España. El acueducto recorre los más de 15 kilómetros de separación entre las fuentes y la ciudad y está construido en varios tramos.
En conjunto es una obra de ingeniería impresionante y que se ha mantenido en uso y en perfecto estado (quizás precisamente debido a su uso continuado) hasta nuestros días. Arquitectónicamente, el tramo más destacado es el elevado, que es la imagen que todos tenemos del acueducto que mide algo menos de 1 kilómetro y atraviesa la ciudad de Segovia. Como monumento es uno de los restos más antiguos, grandiosos y mejor conservados de la herencia del Imperio Romano en el mundo y está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, además de ser Monumento Nacional y todo un símbolo para la ciudad de Segovia, que lo luce con orgullo en su escudo.
La más famosa imagen del Acueducto es la de su tramo elevado, que es una construcción realmente soberbia. Se trata de una doble arcada que llega a alcanzar los 30 metros de altura, construida con sillares de granito y que tiene una longitud de 760 metros. El cuerpo principal está compuesto por una arcada de 44 huecos, sobre la que se alza otra arcada de menor tamaño con 119 ojos y sobre la que discurren los conductos de agua. La construcción tiene la particularidad de que está edificada sin ningún tipo de argamasa, los arcos se sustentan por un complicado equilibrio de fuerzas y el peso de las piedras.
Marga G.-Chas Ocaña