Quién no ha disfrutado más de una vez degustando un vino del Bierzo o alguno de VdlT León. A veces, con la copa en la mano pensamos en el productor y en su bodega, en la elaboración del caldo, en su crianza en barrica… los apasionados del enotursimo necesitan poco más para ponerse rumbo a visitar una bodega un fin de semana.
Pero lo que no todos saben es la peculiaridad que se puede encontrar en tierras leonesas, un legado prehistórico reconvertido en cuna de la enología: las bodegas – cuevas rupestres. Se trata de una sucesión de galerías subterráneas que reúnen las condiciones ideales para elaborar vino, en especial en todo lo que refiere a su fermentación, sobre todo en el caso de los vinos de aguja.
Para su creación, se aprovecharon los pequeños promontorios de tierra arcillosa que sobresalen del terreno, facilitando un desnivel que se aprovecha perfectamente para estos propósitos relacionados con el vino.
La zona de Valdevimbre – Los Otreos, además de ser pionera en el aprovechamiento de las cuevas rupestres de esta manera, es uno de los lugares que mayor número de bodegas – cuevas rupestres concentra de toda Castilla y León, aunque también es posible encontrarlas en otros puntos y otras provincias.