El pasado 19 de mayo la Comunidad de Castilla y León prohibía “la muerte de animales en público”. Dicha Ley no prohíbe la celebración del Torneo del Toro de la Vega de Tordesillas, que se celebra todos los años por estas fechas, pero si impide que se le dé muerte al astado, algo incompatible con la celebración. Por eso la Junta de Fiestas decidió suprimir el Torneo de manera inmediata. He de confesar que no soy aficionado a ningún tipo de exhibición taurina, pero como en las redes existe una gran participación de opiniones, me gustaría añadir mi granito de arena por una cuestión que me parece desproporcionada.
Esta tradición se viene celebrando desde la Edad Media (al menos desde principios del XVI) y, al igual que otro tipo de celebraciones taurinas, ha conseguido que el toro sobreviva y no sea exterminado como ha ocurrido en el resto de Europa y gran parte del mundo. De cada animal que muere, al menos 20 sigue una vida normal en las dehesas. Pero no es mi intención polemizar, sino ofrecer datos objetivos que pocos tienen en cuenta. Por otro lado, me parece positivo que se elimine de la sociedad toda exhibición de crueldad contra seres vivos de cualquier especie: animal, pez o vegetal, pero no observo ninguna manifestación delante de ningún matadero industrial, ni en la captura de atunes sea en alta mar o en la lonja, ni delante de ningún vivero de tomates.
Cuando se aplicó la Ley Antitabaco, antes de su “versión actual”, el Estado recaudaba 8.000 millones por su impuesto directo al tabaco y obligó a construir lugares específicos a la Hostelería y locales de ocio (públicos en general). Esta medida no ha reducido el número de fumadores, pero ha supuesto que el Estado recaude actualmente casi 11.000 millones al año sólo por las cajetillas de tabaco que vende el estanco un 50 % más caras que hace 5/8 años. Y ha supuesto un desgaste económico a todos los profesionales de los locales del que no se han recuperado, cerrando sus puertas miles de ellos. En el asunto de la Tauromaquia llevan el mismo camino: lo reducirán todo a una Ley General donde se verán perjudicados miles de trabajadores y empresas, sin tener en cuenta las consecuencias, siempre en perjuicio de los trabajadores y pequeños empresarios (pues el público se «inventa» nuevas tradiciones).
El Torneo del Toro de la Vega puede resultar cruel, pero no olvidemos que si el toro “escapa” de los límites es indultado. Está declarado como de Interés Turístico desde 1980. No se obliga a nadie a contemplar su desarrollo, lo mismo que en Pamplona o en Denia, donde los políticos visten de la misma manera que en Valladolid, lo mismo que no se obliga a nadie a contemplar el origen de la chuleta que se está comiendo. Lo digo con conocimiento de causa pues trabajé dos años en un matadero industrial y ningún cliente vino a ver lo que se iba comer unas horas más tarde. Creo que es lícita la defensa de los animales y que debemos educarnos en una cultura exenta de crueldad hacia todos los seres vivos, pero no debemos de olvidar que nuestra especie debe predominar por encima de todo. Si me preguntan si yo suprimiría “todo lo relacionado con la crueldad hacia los animales”, os diría que sí, pero no soy uno de esos miles de profesionales que viven de ese sector y mis razones no son precisamente en defensa del animal, sino en defensa de todos los seres humanos que salen malparados de todas estas ancestrales tradiciones. Busquemos un término medio.
Toni Ferrando.